sábado, 11 de agosto de 2012

Queridos fantasmas


Se levanta como todas las mañanas y se pregunta dónde está y quien es. Al instante lo vuelve recordar todo, desde su oscuro pasado hasta la borrachera que cogió anoche, esa que es culpable del insoportable dolor de cabeza que esta mañana de invierno nubla sus ideas.
Se asoma a la ventana, espera que algo haya cambiado, que los fantasmas de su pasado dejen de aparecer por los rincones y que pueda volver a sonreír. Sonreír de verdad, sin que los ojos se le humedezcan, ya hace tiempo que olvido esa sensación, esa de sonreír incondicionalmente ante la vida por el simple hecho de ser feliz, de que alguien le acompañara en sus mejores y también peores momentos. Quiere volver a confiar, a mostrarle su  verdadera persona a alguien, aunque claro, si después de hacerlo, después de darle todo a alguien se va con todo ello y no vuelve, es difícil volver a confiar incluso en uno mismo.
Respira hondo y cierra los ojos un momento, apenas un segundo, pero suficiente como para recordarlos a todos ellos, uno por uno, e intentar encontrar un motivo por el que seguir aquí, por el que decida seguir respirando, algo o alguien por el que poder sonreír, se esfuerza. Mucho, hasta que se le acaban las fuerzas, pero no lo encuentra, su pasado es muy negro y el futuro que se presenta mucho mas.
No queda otra, en este momento ha tomado la decisión, ya no hay vuelta atrás. Pide perdón por todos sus errores, les desea a todos la mejor vida posible y que disfruten la felicidad que poco a poco le habían robado. Un sutil movimiento y todo acaba, paz, por fin. Sonríe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario