sábado, 23 de febrero de 2013

Rosas marchitas de amor.

Recobro la conciencia de nuevo, he vuelto a despertar. Eso quiere decir que este día no fue el último para mí, no se si alegrarme. Sigo viva, o al menos mi corazón esta latiendo, pero tengo la sensación de que mi alma me abandono hace bastante tiempo. Cierro los ojos de nuevo, la pesadilla no acaba. Cuando decido continuar con lo que sea este cruel sueño ni siquiera me molesto en arreglarme, me visto con lo primero que encuentro y me voy tal cual. Hace un tiempo hubiera tardado un siglo en buscar un conjunto adecuado, peinarme, maquillarme y todas esas cosas que se suelen hacer. Pero ahora ni siquiera puedo soportar mi vista en un espejo. Hace un tiempo habría ido entusiasmada a un día tan importante como el de hoy, hace un tiempo probablemente hubiera tenidos motivos para sonreír. Pero ya no, ahora voy a toda velocidad y sin frenos hacia un precipicio del que ya nunca podré salir.
Voy allí, a esa jaula llena de mentes perdidas y con olor a desesperación, ansias de correr hacia un mundo inexistente, humo, alegría, depresión  golpes, risas, ruido, ruido, mucho ruido. Tengo ganas de vomitar, contente, debes frenar, tienes que hacerlo, alguien puede notarlo. Y entonces te veo, no has cambiado nada desde ayer, bonita voz, tu risa despreocupada y tus ojos grises siguen oprimiendo mi pecho hasta el punto de no poder respirar. Pero no me miran, tus ojos no me miran, ni una mirada de compasión, es como si me atravesaran, como si yo fuera un fantasma al que no puedes ver. Más ruido, cada vez lo aguanto menos. Una voz conocida aparta mi descarada mirada de ti y habla y habla sin esperar mi respuesta. Pasan las horas en este lugar gris pero todo sigue igual, nada cambia y el precipicio cada vez está más cerca. Intento levantarme, no me encuentro bien, me mareo. Oscuridad. Luz. Ruido. Olor a enfermo. Lagrimas ausentes. Estrés  Ruido. Más ruido. Oscuridad.
Me despierto en una camilla, estoy llena de cables y vías, viene alguien a verme ¿padres, familia? No, claro que no, era demasiado pedir. Me informan de la situación pero no presto demasiada atención, no me interesa. Horas (Días, años) han pasado hasta que ellos han llegado, ellos que dicen hacerse cargo de mi, ellos que dicen saberlo todo de mi, ellos que ya deberían estar aquí, ellos que están demasiado ocupados como para encargarse de una cosa tan ínfima como yo...Hablan con el doctor, ni siquiera me preguntan, qué más da, ya no importa, siempre ha sido así. Nada ha cambiado desde ayer.Tengo sueño, hace tiempo que no duermo en condiciones, lo intentare hoy por milésima vez. ¿Seguiré viva mañana?

No hay comentarios:

Publicar un comentario